Cuando una compañía aérea tiene una incidencia conocida como Aircraft On Ground quiere decir que tiene aviones sin volar. Se trata de un fallo no previsto en los sistemas del avión que requiere detenerlo. Reemplazar la pieza dañada no sólo es un proceso complejo que exige una serie de certificaciones para que el avión pueda estar de nuevo en marcha y genera unos costes elevados para la compañía.
Empresas como Atos, Lufthansa y Boeing llevan dos años trabajando en el proyecto europeo RepAir, en el que también participa el instituto tecnológico metalmecánico español AIMME.
El proyecto une dos tecnologías que, hasta la fecha, permanecían desconectadas: la impresión 3D y los softwares de mantenimiento predictivo, para dar lugar a un sistema que es capaz de predecir la vida útil de los componentes de la aeronave e imprimir in situ aquél que se averiará. Gracias a una combinación de sensores y softwares de simulación incrustados en el avión es posible detectar fallos potenciales. La tecnología consiste en un sistema híbrido de predicción de vida útil, basado en la simulación física y predicción mediante análisis de datos, que Atos ha desarrollado con la Universidad de Cranfield.
Todo ello, integrado en un sistema de pronóstico en tiempo real, facilita la toma de decisiones en la aeronave de forma que, durante el vuelo, el sistema puede mandar una señal al aeropuerto de destino, donde existe un modelo digital de la pieza, con sus especificaciones técnicas y estándares de regulación. Utilizando dicho modelo es posible imprimir en tres dimensiones la pieza que será reemplazada.