Cuando hablamos de Internet, de una manera casi inconsciente, todos nos situamos en el papel de puros usuarios. Esto ocurre así a todos los niveles, ya hablemos de usuarios personales o de usuarios empresariales. Dejando aparte a las compañías cuyo negocio es Internet, esto ocurre para todo tipo, sector y tamaño de empresas.
Algunos individuos están empezando a cambiar este enfoque, gracias fundamentalmente a las redes sociales, y a otros espacios de opinión y participación como los blogs. En todos estos ámbitos, el usuario pasa a ser el principal protagonista, pues interactúa con el resto, crea contenidos, pide y recibe opiniones,… en definitiva, trasciende su condición de mero usuario que se limita a consultar una fuente de información, pasando a ser generador de la misma utilizando Internet como una herramienta a su servicio. No obstante, y a pesar de la relevancia que estas cuestiones están planteando en los medios de comunicación, en términos de población global, todavía es pequeño el grupo que ha entrado a formar parte de estas redes, con las consiguientes diferencias geográficas y sociales.
Lo más llamativo de este fenómeno es que existe un sector de la sociedad donde el uso de estas redes está absolutamente extendido, y donde las diferencias geográficas y sociales prácticamente desaparecen. Hablamos de la juventud, que es donde las redes sociales han reclutado mayor número de usuarios.
Si trasladamos la atención al mundo empresarial, ocurre algo parecido: algunas empresas han dado el salto hacia el futuro y han dejado de tener una simple página web estática (o incluso de no tener ni eso) para dotarse de herramientas más sofisticadas, como son los portales empresariales que no sólo permiten, sino que fomentan, la comunicación con todo su ecosistema de grupos de interés (empleados, proveedores, clientes, accionistas, etc.). De nuevo, tampoco hay sectores, ni tamaños de empresa, ni áreas geográficas donde este salto se haya producido con una intensidad sensiblemente mayor. Es decir, en el ámbito empresarial no existe ese conjunto de empresas “jóvenes” que mayoritariamente han entrado en el mundo de lo que se ha dado en denominar Internet 2.0.
En mi opinión, si algún sector empresarial tuviera que asimilar el concepto de “juventud”, desde luego que éste es el de las pymes. Las pequeñas y medianas empresas constituyen la parte más viva del tejido empresarial, son las que nacen con ideas más innovadoras, las que finalmente más empleo aportan al país y, por qué no decirlo, las que más fracasan en sus intentos, algo también intrínseco a la juventud, por continuar con el símil anterior. Y la paradoja es que son justamente las pymes el grupo empresarial que menos presencia tiene en Internet.
En una reciente encuesta del INE sobre el uso de las TIC en las empresas españolas, y fijándonos en el tramo de empresas de entre 10 y 49 empleados, se observa que la conexión a Internet está muy generalizada, pues el 95,7% de las compañías cuentan con conexión a Internet, porcentaje que por el contrario baja hasta el 55,2% en el caso de las empresas que tienen su propia página web. Atendiendo al tipo de contenidos de dichas páginas web, los que más predominan son aquellos relacionados con la presentación de la empresa (90%) y el catálogo de productos (56%), y por lo general, ambos tipos de informaciones son estáticas. Imaginar las cifras de las compañías de menos de 10 empleados, es decir, las micropymes, que tienen presencia en Internet de forma activa supone hablar de porcentajes muy poco significativos.
Tal y como apuntan algunos, hablar de pymes es “hablar de una descripción, no de una actitud”. Todas las pymes deben incorporar a su ADN, a sus conductas habituales, el afán por crecer, por buscar y ofrecer aquellos valores y ventajas que a las grandes corporaciones les cuesta más dar, en definitiva, por incrementar su capacidad de adaptación y agilidad.
Las TIC han acercado a las pymes, tanto en usabilidad como en precio, posibilidades antes reservadas a las grandes corporaciones. Y es precisamente en Internet donde la eterna pelea entre David y Goliat se equilibra extraordinariamente. Una pyme puede acceder a la Web 2.0, es decir, al Internet moderno, con contenidos que evolucionan, que piden y obtienen intercambio de información con todos sus interlocutores. Hoy en día hay diversidad de soluciones que, con unos costes mínimos, permiten a la empresa dotarse no sólo de una página web, sino de varios portales empresariales que facilitarán a las pymes el soporte y la integración de cualquier proceso de negocio a través de la Red. Así, pueden gestionar tales portales con diversidad de contenidos, con la gestión de usuarios y de sus correspondientes áreas reservadas, con información enlazada con su solución de gestión, y con todo un mundo de funcionalidades que, además, son fácilmente gestionables. De este modo, aprovecharán su presencia en Internet optimizando así su negocio.
Estas tecnologías se han convertido en esenciales para todas las empresas en general y para las pymes en particular, en tanto en cuanto que garantiza la existencia de una intranet o extranet, a través de las cuales los empleados, proveedores, partners, clientes y prospects pueden interactuar activamente con su organización, al mismo tiempo que se garantiza la optimización de costes operacionales con la automatización de los procesos en los que todos los stakeholders de la corporación están implicados.
Por lo tanto, nadie cuestiona que el futuro es de Internet y la buena noticia para las pymes es que ese futuro ha llegado también para ellas y que ya está accesible. Ahora ya pueden proponerse abordar el mercado en igualdad de condiciones que los competidores de mucho mayor tamaño. E Internet es el camino.
