Smartphone en el cole, ¿sí o no?

Francia prohíbe el uso de móviles en los centros educativos. En España, el Gobierno tiene previsto estudiar una regulación del uso de dispositivos móviles en las aulas. Por el momento son las propias escuelas las que resuelven su utilización, mientras que los expertos dan argumentos a favor y en contra.

Publicado el 05 Nov 2018

Smartphone en el aula, el gran debate

Francia prohibió este verano el uso de móviles en colegios. La ley –que se aprobó en julio y entró en vigor en agosto– establece que, a excepción de aquellos lugares en los que el reglamento interior lo autorice expre­samente, los alumnos menores de 15 años no podrán utilizar este dispositivo en las escuelas de educación infantil, primaria y secundaria. Los estudiantes podrán llevar, si quieren, un smartphone, una tableta o un reloj conectado, pero los dispositivos deberán estar apagados, en modo avión o guardados en la mochila o en los casilleros habilitados para ello.

La medida no afecta al “uso pedagógico” de los aparatos, dentro de un “proyecto educativo preciso y controlado por el perso­nal educativo”. O sea, se podrán encender cuando el profesor crea que hay un motivo pedagógico o cuando alumnos con algún tipo de minusvalía lo necesiten. Asimismo, se permitirá hacer llamadas desde la sala de profesores en situaciones de urgencia. Serán los directores de los colegios los que decidirán las modalidades para aplicar la normativa que, en caso de no cumplirse, conllevará la confiscación del terminal.

Concentración, sociabilidad, ciberacoso…

Según Emmanuel Macron, presidente del país galo, el uso del smartphone en estos entornos: “provoca numerosas disfunciones incompatibles con la mejora del clima es­colar” y su prohibición permitirá garantizar un entorno que favorezca la concentración. Incluso en el recreo indica que “puede ser nefasto al reducir la actividad física y limi­tar las interacciones sociales”.

Además de evitar una exposición prolon­gada a las pantallas, otros argumentos en contra son que su empleo puede fomentar prácticas de riesgo como el ciberacoso o el cibersexismo, así como exponer a los alum­nos a “contenidos violentos o chocantes”, como la pornografía.

En esta discusión, expertos del sector apuntan como inconvenientes la carencia de competencia digital del profesorado, el fomento del consumismo, el uso poco o nada responsable (provocando ciberbu­lling), la falta de disciplina en el aula, la limitación de la imaginación y el deterioro del funcionamiento cognitivo, adicción y otras consecuencias físicas y psicológicas (obesidad infantil, insomnio, sedentaris-mo…), el uso inadecuado de la lengua y la ausencia de objetivos pedagógicos, pues se emplean como un fin, no como un medio. Así las cosas, con esta prohibición se quiere dotar de un marco jurídico adaptado a una práctica ya extendida en algunos de los 51.000 colegios y 7.100 institutos del país vecino. Francia ya impedía el uso de estos dispositivos en las clases, ahora se ha extendido al recreo y las comidas.

AMPAs españoles, en contra

A comienzos del curso académico en nuestro país (el pasado mes de septiembre), la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) manifestó que no era partidaria de prohi-bir el uso de smartphones en los centros escolares. Las razones eran que no veían esta propuesta como una solución y que no se podía dar la espalda a las nuevas tecnologías. “Hay que adaptarse al siglo en el que vivimos”, señaló su presidente Leticia Cardenal. “Debemos educar a nuestros hijos e hijas para que hagan un uso responsable de las nuevas tecnologías”, matizó. Para esta entidad -que agrupa casi 12.000 asociaciones de padres y madres de alumnos en toda España-, la alternativa debería ser una decisión que tome el consejo escolar de cada centro, de manera consensuada, acerca de delimitar o permitir los momentos y lugares en los que puede hacerse uso del móvil.

Decisión de cada cole

El Gobierno tiene previsto estudiar una re-gulación del uso de dispositivos móviles en las aulas. De momento, no hay ninguna. En nuestro país cada centro decide sus propias políticas. Hasta la fecha, el Real Decreto de Derechos y Deberes de los Alumnos y las normas de convivencia en los Centros (RD 732/1995, de 5 de mayo) recoge la prohi-bición de cualquier comportamiento que altere el ritmo de la clase o moleste al resto de compañeros. Es el Consejo Escolar el que velará por el correcto ejercicio de estos derechos y deberes de los estudiantes. Son las propias escuelas, pues, las que re-suelven. Algunos no consienten la entrada en el recinto de smartphones, mientras que otros sí permiten llevarlos, pero no usarlos. En los colegios el asunto está más controla-do, pues salvo en la última etapa de Prima-ria –momento en el que los niños españoles empiezan a tener un móvil–, no es habitual que los chavales tengan un terminal y que lo lleven a clase. En Secundaria, al empezar el instituto –con 11/12 años– su utilización es muy elevada. El hecho de que comiencen esa etapa tan pequeños hace que muchos padres crean que es importante que vayan con él a clase.

M-Learning y otras ventajas

El M-Learning es una tendencia que defiende el aprovechar las ventajas del uso del móvil en beneficio de la educación. Los defensores de esta práctica aluden a la posibilidad de los alumnos de trabajar o comunicarse entre ellos. También destacan el potencial de estos dispositivos para mejorar la participación de los estudios en el aula y el trabajo en equipo. Otras ventajas: evitar el aislamiento del estudiante de la realidad tecnológica, personalización y seguimiento más intensivo (monitorización) del aprendizaje, aumento de la motivación y participación a través de juegos más entretenidos y empleo de herramientas digitales y aplicaciones, favoreciendo la colaboración. Y atención a las exigencias educativas de los alumnos con necesidades especiales.

A los 10 años

La edad a la que los jóvenes españoles comienzan a tener dispositivo móvil propio se adelanta y la penetración se incrementa significativamente a partir de los 10 años: la mitad de los niños con 11 años dispone de teléfono propio, tres de cada cuatro niños de 12 años también y a partir de los 14 años, nueve de cada diez niños tiene un teléfono móvil, según la Encuesta sobre Equipa­miento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares del INE que recoge datos correspondientes al año 2017. El Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) asegura que la edad en la que los niños comienzan a interactuar con las nuevas tecnologías es mucho antes. Los pequeños de dos y tres años ya utilizan estos dispositivos para jugar o ver vídeos.

En casa de herrero, cuchillo de palo

Steve Jobs (Apple) o Bill Gates (Microsoft) son algunos ejemplos de grandes CEO del mundo tecnológico que reconocen haber limitado el empleo de la tecnología a sus hijos en el hogar. Todo en beneficio de la creatividad y de evitar un uso abusivo. ¿Qué ocurre con la escuela? Tim Cook, el mandamás actual de la firma de la manzana, admitió en una entrevista reciente que la tecnología en educación debe ser aplicada de manera coherente y según asignaturas. Pero no ha sido el único. Varios exempleados de las principales empresas de TI afincadas en Silicon Valley han creado la organización Center for Humane Technologyque trata de concienciar sobre el uso adecuado de las tecnologías actuales. Han puesto en marcha una campaña en escuelas en Estados Unidos para educar a estudiantes, padres y profesores.

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Redacción TICPymes

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