El empleo ha cerrado el año en niveles máximos, pero las previsiones para el 2023 son de desaceleración

Las cifras de afiliación y desempleo son similares a las registradas en 2008, antes del estallido de la crisis financiera

Publicado el 04 Ene 2023

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Diciembre cerró con un descenso de 8.347 afiliados con respecto al mes anterior y un total de 20.310.799 personas empleadas, según cifras desestacionalizadas del Ministerio de Seguridad Social. Supone un crecimiento interanual del 2,4 %, lo que se traduce en un incremento de 471.697 afiliados con respecto al último mes de 2021.

El paro descendió en diciembre en 45.727 personas hasta alcanzar los 2.837.653 desempleados, según los datos del Ministerio del Trabajo. El desempleo se ha reducido en un 1,5 % con respecto al mes anterior y un descenso del 8,6 % (-268.252 personas) si se compara con diciembre de 2021.

Un buen año para el empleo

Actualmente, las cifras de ambas variables (afiliación y desempleo) son similares a las registradas en 2008, justo cuando estalló la burbuja de las hipotecas subprime en Estados Unidos, que arrastró a la mayor parte del planeta a una intensa crisis financiera y, en concreto en España, al estallido de la burbuja inmobiliaria y la posterior crisis de deuda en 2010.

Tras esos años de fuerte destrucción de empleo, el mercado laboral vivió una lenta recuperación que se alargó durante toda la década pasada. Con la llegada de la pandemia, el mercado laboral sufrió el mayor terremoto visto para la economía desde la guerra civil. El plan de seguridad laboral basado en los ERTE y los créditos ICO impulsado por el Gobierno permitió contener gran parte de la destrucción de empleo.

A partir de 2021, el mercado de trabajo ha vivido, impulsado por el efecto rebote tras el impacto de la pandemia, uno de los periodos de crecimiento de empleo más sólidos. Una tendencia que durante 2022 se ha visto consolidada, con varios meses (junio, agosto, septiembre y noviembre) de incrementos superiores a las 50.000 personas en afiliación desestacionalizada. Pero, durante los últimos meses se ha hecho evidente una tendencia a la desaceleración en este crecimiento de la afiliación.

Además, este año ha estado marcado por dos fenómenos: por un lado, la aplicación de la reforma laboral que fomenta la contratación indefinida, y, por otro, el contexto económico.

La aprobación de la nueva legislación de trabajo ha limitado la contratación temporal y ha reforzado la figura del fijo-discontinuo, pensada para aquellas funciones que son estacionales. La alta temporalidad del mercado de trabajo español se explica por el protagonismo de ciertos sectores como el turismo, la educación o los servicios de administración, que se apoyan en periodos estacionales (campañas veraniegas o el curso escolar). Con la reforma, la contratación indefinida se ha disparado a lo largo de 2022 y, hoy, representa casi la mitad de las nuevas inscripciones registradas por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), si bien este modelo genera ciertas dudas cuando se analiza en términos de productividad (horas trabajadas) ya que la intermitencia de actividad de estos contratos no se refleja en la estadística del SEPE.

Tras el primer trimestre del año, marcado por ser un periodo de transición de la aplicación laboral, la contratación indefinida de las nuevas inscripciones se disparó en abril hasta el 41%. A lo largo de la primavera y parte del verano fue bajando paulatinamente hasta alcanzar el 35% de los contratos de agosto. En septiembre, volvió a incrementarse (fundamentalmente por el sector educativo) hasta el 43% y se ha mantenido en niveles de alrededor del 40% desde entonces.

Perspectivas para 2023

A pesar de la crisis inflacionista, que se ha visto agravada por la guerra de Ucrania, la productividad ha resistido y el empleo ha seguido creciendo mes a mes. España de momento no ha entrado en recesión técnica (dos trimestres con crecimiento negativo del PIB) y la mayoría de las instituciones financieras cada vez alejan más la posibilidad de una crisis. El Banco de España, en su último informe, descarta la recesión y estima un crecimiento del PIB en 2023 del 1,3%.

Sin embargo, aunque de momento la recesión y una eventual crisis económica son escenarios que no se contemplan, sí que se aprecia una ralentización tanto en la actividad como en la creación de empleo.

Con todo, 2023 permitirá mantener —salvo imprevistos como los que han marcado los años 2020 y 2022— unos niveles de ocupación por encima de los 20 millones de trabajadores y una tasa de desempleo en el entorno del 12 % (por debajo de tres millones de desempleados). El escenario que se contempla, por tanto, es que se enfríe relativamente la contratación laboral y se intensifiquen los esfuerzos en la retención del talento.

La teoría económica establece que la reducción de plantilla suele ser de las últimas vías que un negocio aplica para sortear una crisis. Recortar en capital humano afecta directamente a la productividad de la empresa, y a las posibilidades de supervivencia y recuperación de la organización. A esto se le añade la transformación del mercado laboral de los últimos años, donde los empleados son cada vez más difíciles de retener y en la que cada vez más empresas presentan dificultades para encontrar a las personas adecuadas para las funciones que necesitan satisfacer.

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Redacción TICPymes

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