¿Quién no ha dicho alguna vez “no tengo tiempo” o “estoy muy liado” para justificar dejar de hacer lo que había planeado o que simplemente te apetecía en otro momento? Estamos acostumbrados a poner como excusa la falta de tiempo cuando realmente es mentira. Estaría mejor decir que preferimos algo diferente o que nuestra prioridad es otra. Porque de eso se trata, de prioridades.
Cuando afirmamos no contar con el tiempo suficiente, admitimos que hay acciones más importantes que aquella con la que nos habíamos comprometido o que queríamos llevar a cabo. Estamos diciendo «no tengo tiempo para priorizar eso, pues hay otras cosas en mi campo de interés inmediato”. Seamos realistas y no nos engañemos ni busquemos motivos inverosímiles.
A modo de ejemplo, si nuestro hijo se pusiera enfermo y tuviéramos que llevarle al médico, no pondríamos excusas e intentaríamos llegar lo antes posible. Esto es porque por el efecto pérdida (de la salud de tu hijo) anteponemos nuestra familia a otras áreas de la vida sin excusas, pero hay que saber hacerlo sin necesidad de perder algo.
Todo esto tiene mucho que ver con cómo nos organizamos, porque no se trata de horas ni de tiempo, sino de falta de organización y exceso de quejas. Esto sucede por tres razones:
1. No hemos definido bien los objetivos porque no sabemos qué queremos. Es necesario detenerse un momento a reflexionar y tener claro lo que deseamos alcanzar y fijar unos objetivos concretos que más tarde desglosaremos en metas y finalmente en Cajitas, pequeñas acciones consecutivas.
2. Sabemos qué queremos, pero no sabemos cómo concretar los pasos para conseguirlo. Tenemos que priorizar las tareas que más nos beneficien y agendar las acciones que llevaremos a cabo, realizarlas y hacer un seguimiento. Así gestionemos nuestro tiempo de manera correcta.
3. Sabemos qué queremos, hemos definido objetivos y los pasos que debemos dar, pero no lo hacemos. Atacar a los obstáculos que nos impiden ser productivos y una dosis de motivación que nos impulse a pasar a la acción, además de una actitud proactiva son claves para no abandonar nuestros sueños.
Nos organizamos a partir de lo que escogemos. Hay ocasiones en que la vida parece no darnos respiro y, sin embargo, escogemos; lo hacemos sin darnos cuenta. Cuando el trabajo nos involucra once horas diarias, nos acabamos de separar y tenemos dos hijos y «no tenemos tiempo de ir al gimnasio» que imaginamos sería saludable para nosotros, estamos escogiendo. Estamos diciendo «no tengo tiempo para priorizar eso, pues hay otras cosas en mi campo de interés inmediato. Resulta importante comprender este punto para no eludir responsabilidades ni pensar que las cosas son así porque la vida se ha puesto en nuestra contra.