«Quería comprobar si Instagram podía tolerar códigos maliciosos en los campos de comentarios… y sí, hubiera podido eliminar los de cualquiera, incluso los de Justin Bieber». Jani tiene 10 años y podría considerarse un hacker (esperemos que de los buenos). Le apasiona la programación para juegos y tiene un gran interés por la ciberseguridad. Aún no tiene la edad legal (13 años) para tener una cuenta en Instagram, pero ha sido capaz de infiltrarse en los servidores de la red social y comprobar que podía borrar comentarios en cuentas de otras personas.
Detectado el error, Jani reportó el error a Facebook, dueño de Instagram, y así, la compañía investigó y comprobó que su aviso era correcto, recompensando a Jani con 10.000 dólares por permitirles tapar este agujero de seguridad antes de que cayese en manos de ciberdelincuentes.
El joven planea comprarse una bicicleta, un balón de fútbol y ordenadores nuevos para él y para su hermano con el dinero. La recompensa que ha recibido Jani no es un caso aislado. Muchas empresas tecnológicas cuentan con un programa de recompensas para evitar que sus vulnerabilidades caigan en el mercado negro.