Pocas tareas pueden resultar más desoladoras que limpiar tu propio hogar después de haber sido anfitrión de una fiesta. Los ceniceros rebosan, los vasos de tubo desprenden aroma a alcoholo y encuentras gusanitos en todas las esquinas. Sin embargo, hay solución.
Una ocurrencia mágica -y más que beneficiosa en términos económicos- la que tuvieron Rebecca y Catherine, dos compañeras de piso neozelandesas, amantes del orden, el decoro y la limpieza. Ambas han diseñado la startup que limpia casas después de las fiestas. El precio, variable.
Todo depende de la calamidad higiénica al que la compañía, denominada Morning After Maids tenga que enfrentarse. Las vomitonas, por ejemplo, tienen un coste de 6 euros. Pero aún hay más. Esta startup, fundada en Auckland, Nueva Zelanda, también puede prepararte el desayuno, hacer la compra e incluso comprarte alguna pastilla para ese resacón que te atormenta. «No somos un simple servicio de limpieza», asegura la cofounder Catherine Ashurst, al rotativo británico The Guardian. «Paseamos el perro, charlamos con el anfitrión o cocinamos. En momentos así, es necesario hacerles sentir relajados y cómodos», sentencia.
Su tremebundo éxito ha sorprendido a propios y extraño. Después de conquistar Nueva Zelanda desde una simple plataforma de Facebook, Estados Unidos ha mostrado ya su interés en franquiciar su idea al otro lado del Atlántico.
«Estamos tratando de mantener la calma y no tomar decisiones precipitadas», aseguró Catherine. De momento, están consultando con abogados y mentores cuáles son los pasos más adecuados que deben seguir”, manifiesta con prudencia
«Cuando la gente nos abre la puerta suele pedir disculpas«, bromea.