Originalmente el cometido del envase se limitaba a la contención, protección y presentación de mercancías. Entonces no se hablaba del packaging como concepto. Sin embargo, hoy en día un envase feo y/o poco práctico restará credibilidad a nuestro producto.
Muchos consumidores deciden con los ojos y en este sentido el envase juega un papel esencial. Ha llegado la hora de sacar partido del envoltorio en estos tiempos de supremacía de la imagen sobre otros parámetros.
Una mala presentación de su producto lastra gravemente las oportunidades de negocio. No en vano, los colores, formas y texturas constituyen vías para ensalzar las emociones. La necesidad real de un envase debe convertirse en una ventaja comparativa bajo una fórmula que responda a la funcionalidad y emoción que genera el envoltorio.
A lo largo de la historia empresarial encontramos numerosos ejemplos de packaging memorables. Tal es el caso de la legendaria botella de Coca-Cola, convertida incluso en objeto de deseo para múltiples coleccionistas repartidos a lo largo y ancho del planeta.
En ocasiones sucede que el consumidor prefiere el envoltorio al propio contenido. El envase pasa a formar parte de una colección o se convierte en elemento decorativo. Recientemente el AD+ D Estudio Creativo ha sido galardonado por convertir botellas de Font Vella en personajes de Star Wars o de Los Vengadores. No obstante, a pesar de este exitoso ejemplo, tenga en cuenta que el diseño puede constituir un arma de doble filo. Antes de innovar piense en cómo podría afectar un nuevo diseño a su imagen de marca.
En definitiva, un buen packaging debe:
– Identificar la marca
– Facilitar la protección del producto
– Generar emoción
– Ayudar a potenciar su consumo
El envasado debe ser estudiado con la misma diligencia con la que elaboramos nuestro producto.
