11 lecciones empresariales sobre el coronavirus

La llegada del COVID-19 a nuestras vidas está siendo un huracán de cambios de proporciones inimaginables

Publicado el 27 Abr 2020

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La llegada del COVID-19 a nuestras vidas está siendo un huracán de cambios de proporciones inimaginables. La buena noticia es que, pasado el shock inicial, la sociedad ya ha puesto en marcha todos sus mecanismos individuales y colectivos para enfrentarse a esta amenaza. Y, aunque en medio de la tormenta es difícil ponerse a pensar en más allá de lo inmediato, eso debería incluir dejar un espacio para la reflexión acerca de lo que deberíamos hacer a partir del día uno post coronavirus. Porque, aunque ahora mismo sea difícil visualizarlas, esta crisis también está dejando valiosas lecciones en cave de empresa y liderazgo de cara al futuro.

“Por supuesto que una crisis como esta deja enseñanzas, pero es muy importante que todos los esfuerzos que estamos haciendo como sociedad no se queden meros recursos de emergencia de los que tirar mientras dura esta crisis, sino que perduren y nos sirvan como vacuna para enfrentar el futuro. Que no pase como con el espíritu navideño, que solo nos dura el periodo comprendido entre Noche Buena y los Reyes Magos”, señala Fernando Botella, CEO de Think&Action.

11 aprendizajes que deja el coronavirus para el futuro

  1. Diferenciar ruido de conocimiento. Son días de sobreinformación, de actualización de datos de forma permanente, de noticias de todo tipo. Y es lógico; los ciudadanos estamos inquietos y necesitamos satisfacer la incertidumbre con información. Pero es importante aprender a diferenciar a los verdaderos expertos que ofrecen soluciones e información valiosa de los que lo único que hacen es intoxicar e incrementar la incertidumbre con ‘fake news’.
  2. Autorresponsabilidad. No deberíamos necesitar que ningún policía ni el temor a las multas nos recuerde que no debemos salir a la calle durante el periodo de confinamiento. Y lo mismo podría aplicarse al mundo de la empresa. ¿Por qué, de una vez por todas, no aprendemos a vivir en nuestra zona de influencia? ¿Por qué dependemos para ser responsables de las circunstancias que otros nos marcan en lugar de poner toda la fuerza sobre las que están bajo nuestro poder?
  3. Calma. La paz y el sosiego son actitudes mucho más productivas para gestionar la incertidumbre que la agitación y los ánimos encendidos. Calma no entendida como sinónimo de ‘pasotismo’, sino como una actitud clave para ‘activarse’ frente a la adversidad o una crisis. No es una calidad que abunde en las empresas, donde la presión suele ser alta y la paciencia escasa.
  4. Entrenar la mente. La incertidumbre es un estado mental activado por hechos reales (en este caso, por coronavirus). Por eso es importante entrenar la mente de forma adecuada para no dejarnos superar por esos elementos que escapan a nuestro control. Un concepto importante en este entrenamiento es el de toma de conciencia, fijarnos en aquello que puedo hacer yo como individuo: mi actitud, mi aportación y mi capacidad de resistencia.
  5. Fuerza de lo colectivo. Y no solo a nivel individual; también como colectivo. La verdadera resiliencia consiste en salir fortalecidos de esta crisis. Y hacerlo juntos es la mejor manera. El reflejo de esto lo estamos viendo durante estos días en los balcones de toda España en forma de aplausos, canciones y otras muestras de interacción grupal. ¿Y si al acabar esta crisis trasladamos esa energía grupal a “los balcones” de nuestras oficinas?
  6. Positividad. Mantener una actitud positiva es otra de las claves en periodos de incertidumbre. Positiva, que no necesariamente optimista. ¿Cómo vamos a ser optimistas ante las muertes o el desplome de la economía? El optimismo necio que cierra los ojos ante la realidad sólo conduce a la frustración y a la irritación social. Lo que sí podemos y debemos hacer es contemplar esta realidad con positivismo, algo que nos permitirá afrontar el futuro con una visión más lucida e imaginativa. La situación económica que ya está dejando esta crisis va a necesitar mucho de ese positivismo realista.
  7. Acción. Las circunstancias mandan y nos han impuesto una pausa, una ralentización. Pero la incertidumbre no se trabaja desde una posición de stop. Desde nuestras casas estamos dando lo mejor de cada uno de nosotros, mismos, agudizando el ingenio para entretenernos en las largas horas de confinamiento; para que los niños se diviertan y sigan estudiando; para hacer ejercicio físico; para reinventar y sacar adelante nuestros negocios… Mantenernos activos es la mejor manera de mirar hacia el futuro.
  8. Agilidad. Más que nunca, la agilidad de respuesta y de adaptación adquiere una importancia capital. Hay que tomar decisiones difíciles, con recursos limitados y sin contar con todos los datos. Y hay que hacerlo a toda velocidad porque nos va la vida en ello. Y por ello no dejamos de ser excelentes. Aprendiendo de los errores y creciendo de forma iterativa.
  9. Solidaridad. Paradójicamente, en una situación de distanciamiento social y en la que los contactos físicos se han visto reducidos al mínimo, es cuando más íntimamente nos sentimos conectados con los demás. Una corriente de solidaridad recorre el país, y el mundo; la vemos a diario con las permanentes muestras de reconocimiento a los colectivos que más de cerca están combatiendo la enfermedad. Muchas empresas están dando un paso al frente ofreciendo su ayuda en la lucha contra un problema que es de todos.
  10. Coraje. Ser valientes no consiste en no tener miedo, sino en enfrentarse a él, en coger al toro por los cuernos. Estas situaciones nos sirven para darnos cuenta de lo frágiles que somos. Son una cura de humildad, pero también una oportunidad para hacernos grandes plantándole cara a los problemas. De nuevo, desde numerosas empresas estamos viendo cómo se afronta esta crisis con valentía y mirando más allá del propio interés.
  11. Agilidad. Más que nunca, la agilidad de respuesta y de adaptación adquiere una importancia capital. Hay que tomar decisiones difíciles, con recursos limitados y sin contar con todos los datos. Y hay que hacerlo a toda velocidad porque nos va la vida en ello. Y por ello no dejamos de ser excelentes. Aprendiendo de los errores. Creciendo de forma iterativa.

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Redacción TICPymes

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